Que los donantes presten más atención al uso de su dinero está bien, es necesario, pero tiene peligros.
Exigir siempre la prueba del impacto puede empujar a las organizaciones benéficas a centrarse en resultados a corto plazo, en lugar de optar por proyectos más significativos cuyo éxito sólo se puede garantizar a largo plazo.
Recientemente en The Economist apareció el artículo Doing good by doing well (23.05.15) que se plantea el tema de las donaciones filantrópicas desde la óptica de hacerlo bien, que en principio -contra lo que se pueda pensar- no es una tarea fácil. La pregunta clave es: ¿dónde invierto mi donativo para que tenga la mayor eficacia e impacto social?
Crece el número de los donantes que antes de hacerlo quieren saber la rentabilidad de su inversión. No sólo se trata de donar sino hacerlo bien, para que rinda lo más posible. Ahora hay organizaciones que se dedican a responder esta pregunta. Ellas investigan, para tener evidencias claras, sobre cuáles son las organizaciones sin fines de lucro que hacen un buen trabajo y tienen un real impacto social en la solución de los problemas que eligen enfrentar.
La nueva filantropía, con “enfoque en resultados”, está influida por el mundo de los negocios. En esta versión, la filantropía debe operar con la misma eficacia que lo hace el mundo de las empresas comerciales. Este tipo de filantropía sigue el modelo de “capital de riesgo” e invierte en obras sociales que desarrollan nuevos enfoques, para resolver viejos problemas.
Algunos grandes donantes han optado por organizar concursos dirigidos a los enfoques innovadores, otorgándoles su ayuda si demuestran que son eficaces y eficientes. Los pequeños donantes también son cada vez más exigentes al hacer sus aportaciones. De esto hay que tener en cuenta que en conjunto sus contribuciones superan a las de los grandes filántropos.
Que los donantes presten más atención al uso de su dinero está bien, es necesario, pero tiene peligros. Exigir siempre la prueba del impacto puede empujar a las organizaciones benéficas a centrarse en resultados a corto plazo, en lugar de optar por proyectos más significativos cuyo éxito sólo se puede garantizar a largo plazo. Existe también el peligro de que proyectos de investigación médica pionera puedan ser excluidos. Es también el caso de las organizaciones que hacen un buen trabajo con los grupos especialmente difíciles. Con el enfoque en resultados, “no queremos que todas las organizaciones benéficas graviten hacia proyectos más fáciles que garanticen altos niveles de éxito”, dice Iona Joy de New Philanthropy Capital, despacho que asesora a organizaciones benéficas.
Otro problema potencial, dice la señora Joy, es que los donantes centrados en la búsqueda del impacto pueden retirar su apoyo si las organizaciones sin fines de lucro se equivocan. Eso puede empujar a las mismas a tratar de justificar los fracasos en lugar de aprender de ellos. Aunque casi tres cuartas partes de las organizaciones benéficas británicas dicen que ahora, más que antes, hacen un esfuerzo por medir los resultados, sólo el 5.0% lo hace para mejorar su servicio y más del 50.0% es sólo para satisfacer las exigencias del donante.
Hay que tener también en cuenta que las organizaciones benéficas, para resolver sus nuevos problemas, necesitan recursos para pagar los gastos permanentes de administración que contempla rubros como salarios, investigación e infraestructura. Dasra, una fundación india, alienta específicamente a donantes ricos para dar a las organizaciones benéficas el dinero que se gasta en la administración, que también contempla el mejoramiento de la gestión de su trabajo y la medición de su impacto.
La nueva idea de la filantropía es que si quieres hacer el bien, tienes que hacerlo bien y cada vez mejor.
Fuente: Animal Político – Ruben Aguilar